Un hecho innegable, tangible: los primeros seis meses de 2015 ocupan el podio como la más calurosa primera mitad del año en la historia. El cambio climático no es una teoría, ni un delirio de ecologistas trasnochados o una especulación sin fundamento científico. Es una realidad. El momento de actuar es ahora. Este es, como cada uno desde 1995, cuando se celebró en Berlín la primera Cumbre de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP), un año clave para el clima del planeta: en estos días en París, los líderes mundiales tienen la chance, por vez número 21, de negociar y firmar un nuevo acuerdo global para hacer frente al peligroso cambio climático; es decir, de decidir un nuevo protocolo que -esperemos esta vez sí- tome la posta del fallido Kioto.
La receta para el éxito de la COP es una y depende de que los países involucrados logren un fuerte acuerdo sobre las acciones que permitan alcanzar un 100% de energías renovables y limpias para 2050. No hay otra. Porque los fenómenos meteorológicos extremos que se están dando en todo el mundo -y Argentina no es la excepción- van a empeorar conforme las temperaturas globales aumenten, y el único modo de mantener el aumento de la temperatura media por debajo de los 2° C, es a través de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero que generan ese aumento. Sólo el progresivo reemplazo de los combustibles fósiles por energías limpias lo hará posible. Por eso la COP 21 debe ser entendida como una instancia fundamental en la lucha contra el cambio climático, así como una posibilidad concreta de que las industrias del carbón y el petróleo vean diezmado el apoyo que hoy en día reciben por parte de los gobiernos. La modificación más urgente es la de la matriz energética. Aunque lejos de los primeros puestos, Argentina está hoy entre los 25 países que más gases de efecto invernadero emiten, y su matriz está conformada en un 90% por combustibles fósiles. Por eso también a nivel local hay una gran deuda en la inversión en energías limpias; a pesar de tener un enorme potencial en energía solar y eólica, y de las leyes vigentes que impulsan el cambio hacia las renovables, Argentina ha invertido miles de millones de pesos en energías provenientes de combustibles fósiles como el gas y el petróleo.
Martín Prieto es Director Ejecutivo de Greenpeace Andino (Argentina, Chile, Colombia)
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